jueves, 5 de mayo de 2011

Entrevista a Leonardo Padura de la revista chilena Capital


21 de mayo del 2010


Leonardo Padura, uno de los pocos escritores cubanos de fama internacional que se mantiene en la isla, afirma que la situación en su país "exige cambios importantes, que se vana tener que producir en un plazo breve". Además, habla de su última novela, que recrea el asesinato de Trotski.

Hace un tiempo, Leonardo Padura se enfrentó en una polémica con Zoé Valdés, la autora cubana radicada en París. Padura sacó a relucir que ella había sido funcionaria del régimen (trabajó, de hecho, en la misión de Cuba en la Unesco y en la revista Cine Cubano), ante lo cual Valdés respondió en su blog: “Padura sí fue funcionario de alto rango, con plaza fija, en la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), durante larguísimos años, y hasta fue militante del Partido, lo que yo nunca fui. Para colmo, ¿quién no es funcionario en Cuba? Sólo aquellos que dejan de trabajar, porque en Cuba se trabaja para un solo empleador, el estado castrista”.

A Padura, el conocido autor de las novelas policiales protagonizadas por Mario Conde, lo han descrito como “medio castrista, medio disidente”, porque es de aquellos autores que caminan, como equilibristas, en la delgada línea roja que separa a opositores y ofi cialistas en la isla. El autor de Adiós Hemingway vive en La Habana y por eso su visión de la crisis que afecta al país gobernado por los Castro desde hace medio siglo cobra particular relevancia.

“Acabo de llegar ayer de viaje, imagínate tú, y esto es una locura aquí”, dice al teléfono desde su casa, con ese acento único que poseen los que viven frente al mar del Caribe. Padura acaba de publicar la que seguramente es su mejor novela a la fecha: El hombre que amaba a los perros, una voluminosa recreación del asesinato de Trotski en México en 1940, organizado por los servicios secretos soviéticos.


El libro repasa la vida de Ramón Mercader, el español que enamoró a una de las secretarias de Trotski para así entrar en el círculo del ex líder bolchevique y matarlo vilmente con un golpe de martillo en la cabeza. Un homicida que pasó 20 años en la cárcel en México sin reconocer su ligazón con el KGB y que murió en Cuba en 1978, poco después de ser condecorado como héroe de la URSS.

De paso, la novela revive episodios de la revolución rusa, de la guerra civil española y de la irrupción de Stalin, logrando un fresco sobre una de las mayores perversiones del siglo pasado. En cierta forma es una indagación en la razones por la cuales la utopía comunista se convirtió en una pesadilla.

1. Fidel y los otros


-Aquí en Chile se sigue con mucho interés la situación cubana, ¿cómo se vive la crisis desde adentro?

-Yo creo que la situación en Cuba en estos momentos está exigiendo un cambio. De hecho, se han producido cambios en los últimos 3 o 4 años; no todos los cambios que esperábamos, no todos los cambios que algunos quisiéramos. Otros no quieren cambios. Pero, bueno, se ha movido la sociedad cubana, y aunque en el nivel de la superestructura las cosas se mantengan igual, creo que al nivel de la población la gente piensa, reacciona y actúa de otra manera. La situación económica cubana apunta a que es imprescindible realizar cambios que deben ser importantes. El propio Raúl ha reconocido que el salario que paga el Estado, que es el principal empleador en Cuba (el 90 por ciento de las personas depende de salarios estatales), es insufi ciente para vivir, lo cual abre una interrogante: si es insufi ciente para vivir ese salario, ¿cómo viven las personas? Se está hablando mucho del tema de la corrupción, no sólo de una alta corrupción. Hay una corrupción cotidiana, en la cual participan muchas personas. La gente no tiene interés en trabajar para el Estado, porque con los salarios que entrega no se puede vivir, y todo eso va generando una expectativa de cambio. Yo creo que los cambios se van a tener que producir en un plazo bastante breve.

-¿Esos cambios serán hacia un sistema democrático?


-Siempre digo que las cuestiones políticas se las dejo a los políticos, yo soy un escritor que hace literatura. No tengo información sufi ciente sobre qué cosas se mueven en las esferas políticas, porque no participo en ellas. Lo que sí creo es que debe haber cambios en Cuba que incluyan una mayor posibilidad de participación de la gente en las decisiones. Si eso se llama democracia, pues bienvenida sea la democracia.

-¿Hay un riesgo de estallido social?

-No lo creo, de momento, pero no se puede descartar.

-¿Qué sabe del ejecutivo chileno muerto hace poco en La Habana?


-Estaba fuera y he leído una información sobre el tema, pero no tengo mayores antecedentes.

-¿Conoce a Max Marambio?

-Sé quién es, pero no lo conozco personalmente. Aquí en Cuba prácticamente todo el mundo sabía quién era. Produjo aquellas películas de García Márquez de la serie Amores difíciles. A Marambio se le conocía como amigo de Fidel Castro y como empresario, porque tenía que ver con una agencia de viajes que se llama Sol y son y porque además fabricaba unos jugos que son los que se venden en todas las tiendas en Cuba (se ríe).

-¿Existe una decepción sobre lo que ha hecho Raúl Castro?

-Hay una expectativa de cambio, se espera que se produzcan esos cambios. Se han dilatado demasiado los términos de ese movimiento económico que se espera y que es necesario. Pero te digo: a nivel de la población la gente está mucho más preocupada por resolver el día a día que por los grandes movimientos económicos o políticos.

2. Vivir y morir en La Habana


-En su novela, el protagonista es un escritor que ha sido marginado por escribir libros que no gustaron al régimen. ¿Qué tanto hay de usted en ese personaje?


-Es totalmente de ficción. No soy yo. El personaje de Mario Conde de mis novelas policiales está más cerca de mí que este personaje que se llama Iván. Es un hombre que yo necesité crear para que toda esta historia tuviera una relación directa con Cuba. Yo quería escribir un libro sobre el asesinato de Trotski, sobre las razones que habían llevado al crimen y sobre las consecuencias, pero visto desde la perspectiva cubana; y por eso creo a este personaje, que es un hombre de mi generación, un poco mayor que yo. Muchas de las experiencias que él vivió las he vivido yo; otras, no. El, de alguna manera, es como un compendio de muchas de las cosas que ocurrieron en Cuba durante estos años. Algunas cosas similares me ocurrieron a mí, otras les ocurrieron a personas que De paso, la novela revive episodios de la revolución rusa, de la guerra civil española y de la irrupción de Stalin, logrando un fresco sobre una de las mayores perversiones del siglo pasado. En cierta forma es una indagación en la razones por la cuales la utopía comunista se convirtió en una pesadilla. conozco, pero creo que es un personaje esencialmente verosímil.

-¿Ha tenido alguna vez problemas con autoridades, con la censura?

-En lo esencial, no. Mi producción fundamental arranca a partir de los 90. El 91 publico en México la primera novela de la serie de Mario Conde, Pasado perfecto. Todos mis libros han sido publicados en Cuba, todos han ganado premios en Cuba, han sido editados y reeditados, a pesar de que muchos de ellos tienen una visión bastante crítica de la realidad y de la actualidad cubana. Como cualquier otro escritor cubano, he vivido algún momento en que determinados niveles de decisión oficial han pensado que uno ha escrito algo que no debería. Pero he escrito los libros que he deseado de la manera que he deseado, y he tocado el tema político hasta el punto que he deseado, que es justamente el punto en que creo que el escritor debe detenerse. El otro territorio se los dejo a los políticos.

-Usted en su libro narra como se pervirtió, según sus propias palabras, la “gran utopía” del siglo XX. ¿El comunismo fracasó totalmente o hay algo que rescatar?


-Tal y como se vivió históricamente, es evidente que fracasó. ¿Dónde está la Unión Soviética, dónde está la RDA, dónde está el comunismo chino… ? Porque si lo de China es comunismo, que venga Dios y lo vea. Creo que como proyectó fracasó porque planteaba una sociedad donde iba a haber un máximo de libertad e igualdad para todos los ciudadanos y, finalmente, el estalinismo y su práctica pervirtieron esa posibilidad.

-¿En Cuba se vive hoy un ambiente estalinista?


-Se vive un sistema socialista en el cual hay muchas cosas que han cambiado con respecto a lo que era en los años 70 y 80. Por ejemplo, en Cuba hoy existen personas que tienen mayor poder adquisitivo y viven mejor que otras. El igualitarismo que se practicó durante años ha ido desapareciendo. El gobierno dice que debe desaparecer mucho más. Algunas subvenciones y gratuidades que se les daban a las personas, y que según nuestro entendimiento eran parte del sistema socialista, se han mantenido en la educación, en la salud pública, en la seguridad social, pero hay otras muchísimas que han ido desapareciendo y que van a desaparecer en los próximos años. El costo de la vida se ha multiplicado y el salario no es suficiente para vivir y muchas personas dependen de ayuda que no tiene que ver con el gobierno. Por ejemplo, mucha gente depende de las ayudas que llegan de los familiares que viven en los EEUU, los llamados “gusanos” que se fueron en los 60 y 70, o los que en los 80 fueron expulsados de Cuba como escoria.

-En su libro, usted critica al estalinismo pero, curiosamente, nunca menciona a Fidel Castro. ¿Por qué?


-Porque no lo necesitaba.

-¿Pero usted, personalmente, sigue apoyando a la revolución?

-No… esas son opiniones políticas personales.

-En los países democráticos los escritores tienen opiniones políticas.

- (Se molesta) Yo hago declaraciones como escritor, no como político, porque no soy político ni practico la política ni pertenezco a ningún partido político.


Los rastros del estalinismo
-Uno de los aspectos interesantes de su novela es que refl eja cómo el estalinismo se vivió en Cuba.

-El problema fundamental es que el modelo socialista que conocemos es el que fundó Stalin, no el que fundó Lenin. El que fundó Lenin, que apenas pudo establecerse, tenía unas ciertas bases democráticas que empezaban a tambalear desde esa misma época. Incluso el propio Trotski y Lenin ayudaron a que tambalearan esas bases democráticas. Pero el sistema conocido es el que funda Stalin, tanto política como económica y socialmente. Es Stalin quien le da forma a la sociedad socialista que se conoce después en la Unión Soviética, en Europa y en el resto del mundo. En los años 70 hubo un periodo de mucha cercanía entre Cuba y Moscú, en el cual ocurrieron acontecimientos que se han ventilado mucho en los últimos tiempos en Cuba, en el mundo artístico, en el mundo social, que tenían unas clarísimas resonancias estalinistas.

-¿El caso Padilla?

-Desde el caso Padilla hacía acá. Todo lo que ocurrió con Padilla, con la marginación de intelectuales y artistas en los 70, porque eran homosexuales o religiosos, o porque no tenían una actitud sufi cientemente combativa según se consideraba en esa época. Todo eso tenía una clara resonancia estalinista. Por otra parte, hay un elemento importantísimo que es la economía; la economía cubana es una economía socialista fundada en ese concepto que patentó Stalin a partir de la colectivización, que fue el desastre económico para la URSS y que es el responsable de la mayoría de las inefi ciencias y de las incapacidades de la economía cubana contemporánea.


3. La novela de Trotski

-¿Cual es el origen de El hombre que amaba a los perros?


-El origen fundamental del libro estuvo en una visita que hice en 1989 a la casa de Trotski en Coyoacán, México. Yo en esa época tenía un conocimiento muy elemental de quién había sido Trotski, de lo que había ocurrido en ese lugar, porque acá en Cuba no se conocía nada sobre Trotski. Cuando yo estudiaba en la universidad no se mencionaba a Trotski, o se le mencionaba siempre como a un traidor, como a un contrarrevolucionario, como a una de las personas que más habían hecho contra el comunismo, y apenas se hablaba de él. Por lo tanto yo llegué allí con un nivel de desconocimiento ideológico, político e informativo bastante grande, pero fue un lugar que me conmovió desde el momento en que entré. Al ver el sitio en el que prácticamente Trotski se había enterrado para poder escapar de la muerte, porque él sabía que Stalin iba a tratar de matarlo, me movió en muchos sentidos. Sobre todo, en cómo era posible, que este hombre, que había sido uno de los grandes líderes de la revolución rusa, hubiera terminado prácticamente autoencarcelado para poder sobrevivir y ni siquiera así lo logró. Ese fue el principio de la motivación. Después, con lecturas, con conocimientos posteriores, fue que surgió la idea de escribir esta novela, en especial cuando supe que Ramón Mercader había vivido 4 años en Cuba, los 4 años finales de su vida. Eso era un secreto que algunas personas conocían; una que otra persona había tenido relación con él, pero nunca se había reconocido oficialmente que Ramón Mercader hubiera estado en Cuba o hubiera muerto en Cuba. Cuando tuve la noción exacta de este hecho, creo que ahí empezó a moverse algo dentro de mí que finalmente me llevó a escribir la novela.

-¿Cuál ha sido la reacción en la isla ante su libro?

-Es un tema complejo en Cuba, sin duda. Hasta el momento lo que sabemos es que el libro está en el plan editorial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y que es posible que se publique en agosto. Depende de todas las cosas que permiten la publicación de un libro en Cuba, en el sentido no político sino que material, porque puede que haya o no haya papel para imprimirlo, que haya o no haya dinero para financiarlo. Ha pasado algo muy curioso y estimulante y es que el libro cuesta en España 22 euros, lo cual significa que es un poco más caro que el salario promedio cubano. Pero muchas personas en Cuba, por una u otra vía, lo han obtenido, y prácticamente un día sí y un día no, recibo una llamada o un email de alguien que me habla del libro, y la frase que más se repite es que me agradecen que yo haya escrito ese libro. A lectores cubanos me estoy refiriendo. Agradecen que haya escrito ese libro porque, primero, les revela un mundo que ellos desconocían; y segundo, porque creen que era necesaria esa revelación.

-¿No ha tenido problemas con el gobierno?


-No, hasta ahora no y todo parece indicar que el libro va a salir en agosto.

-¿Se topó con una muralla al investigar el tema?

-Yo, en ese sentido, juego con mis cartas volteadas, no oculto ninguna carta en la manga. Desde que comencé a hacer la investigación con la intención de escribir esta novela lo dije públicamente, en intervenciones y entrevistas. Incluso he hecho varias lecturas de partes de la novela en lugares públicos, en la Casa de las Américas, en la Unión de Escritores, en el Centro de Promoción Dulce María Loynaz, con mucho público, con debates posteriores y hasta ahora todo ha sido normal.

-¿Cómo fue su acercamiento hacia un personaje como Ramón Mercader, que para muchas personas puede ser un tipo deleznable, un sicópata, pero al que usted como autor enfrenta con cierta simpatía o compasión?


-Mira, no creo que le tome simpatía (se ríe sonoramente). Lo que hago es tratar de comprenderlo, porque como escritor tengo que meterme en su piel, debajo de su piel, para expresar sus pensamientos, sus actitudes, sus reacciones, su fobia, su fe... tengo que hacerlo, tengo que llegar a comprender el personaje. En la novela hay un personaje cubano que llega a sentir alguna compasión por el destino que finalmente tuvo este hombre, y hay otro personaje cubano que le dice que no, que no puede haber compasión con este hombre que en definitiva no fue más que un criminal. Lo que trato es de comprender al personaje, porque uno puede escribir una novela con Hitler o con Stalin como protagonistas y tener un acercamiento hacia ellos. No sé si recuerdas la película alemana El hundimiento, en que Hitler era el protagonistas y el director tiene un acercamiento a esa figura. Porque en definitiva es un hombre, y ese hombre tiene motivaciones humanas. Y aunque sean realmente de lo peor de las actitudes humanas, figuran entre las cosas que pueden y que de hecho han realizado muchas personas.

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